El juego y su importancia en una propuesta de educación preventiva

En este corto texto de carácter introductorio se busca, en un primer momento, destacar los aspectos generales de la importancia del juego en sí mismo y en el campo educativo y acercarnos, desde esta perspectiva, a la propuesta de la educación preventiva. Luego, en un segundo momento, se busca presentar, aunque de manera general, los fundamentos de la educación preventiva (o sistema preventivo), propuesta por Juan Bosco en el siglo XIX y, por último, uniendo estos dos momentos, confirmar la importancia del juego en una propuesta de educación preventiva. 

Palabras clave: Juego, Educación, Educación Preventiva, Sistema Preventivo, Juan Bosco.

La importancia del juego y su lugar en la educación
El juego es importante porque su práctica nos sirve como ayuda en el proceso de educación y desarrollo de cada uno de los aspectos de nuestras vidas. La acción de jugar, además de ser algo divertido y gracioso, también hace parte de aspectos fundamentales de nuestro existir como el psicológico, el físico, el intelectual y el social. Además, a través de la relación con cada uno de estos aspectos, el juego se torna en un importante aporte al crecimiento de la persona, a su desarrollo, su crecimiento, su proceso educativo. En efecto, la educación necesita del juego y este tiene en la educación uno de sus campos de mayor actuación y presencia. 

Desde el punto de vista psicológico, sabemos que la relación juego-persona tiene que ver con el desarrollo de la identidad individual pues el juego es el otro con quien se habla, al que se le dan órdenes, se le piden favores, etc. (Santos, 2010, p. 589); tiene que ver con el desarrollo de la identidad de grupo en donde la persona se siente partícipe, con otros, en la mirada a un objeto común externo, frente al cual necesita alcanzar determinados objetivos (Silva, 2010, p. 158), proceso fundamental en cualquier itinerario educativo. 

Desde el punto de vista físico, sabemos que el juego es fundamental en el desarrollo corporal a partir de la civilización griega, específicamente con la organización social espartana (Ramos, 2005, p. 03). Es evidente que el desarrollo corporal de la persona depende en gran medida de las destrezas construidas desde las más tempranas edades. La educación física es uno de los ejes más importantes dentro del proceso de crecimiento de una persona pues favorece la adquisición de habilidades específicas y el mantenimiento de la salud (Zampa, 2007, pp. 03-04). En relación con la organización del pensamiento, no solo los juegos relacionados con el conocimiento tienen que ver con dicha organización, sino que también los juegos de mayor movimiento corporal exigen gran rapidez mental y excelente concentración (Silva, 2010, p. 162).

En el campo de la vida social y de la convivencia grupal, el desarrollo del niño está directamente ligado al juego pues, cuando comienza a jugar con los demás –fenómeno que se da sobre todo en la escuela– puede construir un ambiente de distensión y colaboración, estímulo y acercamiento, autonomía y toma de decisiones (Oliveira, Lecila et al, 2009, p. 310). Para jugar con otros es necesario establecer acuerdos previos, negociaciones, etc. (Queiroz et al, 2006, p. 176). Y jugar sin la compañía de otros se torna, incluso, motivo de tristeza en varias etapas de la vida (Oliveira & Francischini, 2003, p. 53). En este sentido, estar con los otros estableciendo esfuerzos conjuntos con metas claras que deben ser alcanzadas, siempre será un momento de aprendizaje, crecimiento y, obviamente, de diversión (Silva, 2010, p. 241). 

Entre las experiencias educativas actuales, una de las que más importancia da al juego, considerándolo como factor de desarrollo, como espacio de encuentro entre educadores y educandos, y como oportunidad de crecimiento, es la educación preventiva (o sistema preventivo), propuesta y practicada por Juan Bosco en el siglo XIX, en el norte de Italia. 

Dicho siglo, en Europa, se caracterizó por el enfrentamiento de un grupo de países a las tropas de Napoleón que quería dominar toda la región. Luego de su derrota se inició un largo periodo de reconstrucción de los países dominados y de sus identidades, bajo las premisas de la restauración y de la preventividad. Lo que hizo Juan Bosco, con su propuesta educativa, fue una especie de síntesis de un pensamiento social amplio que consideraba la preventividad como una práctica importante, también, en la economía, la política, la cultura, etc. (Braido, 1993, p. 59). 

De la preventividad como uno de los aspectos de la educación hacia una educación preventiva
A diferencia de otras corrientes de pensamiento pedagógico de su época, lo que marca la originalidad de Juan Bosco en su propuesta de educación es el hecho de considerar la preventividad no como un aspecto más de la educación, sino como su núcleo y su identidad. En efecto, la preventividad podría ser vista como una parte de la práctica educativa; sin embargo ello le restaría alcance y profundidad. Lo que realmente se propuso fue ver la educación, toda ella, como un sistema preventivo. 

Es importante aclarar que el término preventividad es más amplio y profundo que la palabra prevención, pues asume más una posición propositiva que prejuiciosa. Es decir, se previene educativamente no solamente porque se defiende y se alerta a los educandos sobre los riesgos que su contexto puede ofrecer sino, sobre todo, porque se propone un camino, un proyecto, un itinerario formativo. El educador que usa la preventividad como guía para sus acciones, más que un llamado de atención, tiene un proyecto educativo y un ideal de persona que busca ser alcanzado. 


e) La presencia como motor de la educación: La educación preventiva se materializa en la relación educador-educando. Dicha relación se da, fundamentalmente, cuando se cuenta con la presencia del educador en medio de los educandos, involucrado, sobre todo, en las actividades que a ellos más les gustan, como la música, la fiesta, el juego. Jugar con los educandos, además de dar valor a sus alegrías, significa, igualmente, compartir sus momentos de “fracaso”, buscar objetivos comunes, organizar caminos para alcanzar las metas deseadas, etc. Si el educador está presente sólo en el momento de llamar la atención o de tratar asuntos serios o problemáticos, es considerado como uno más que les exige hacer lo que los adultos “quieren”. Cuando el educador se involucra en el contexto natural de alegría y juego de los educandos, se torna más cercano, puede intervenir sin causar molestia y se gana el respeto y la amistad de todos. 

La importancia del juego en una propuesta de educación preventiva
El sistema preventivo, o la educación preventiva, es una de las visiones educativas que más valora el juego en sus diversas expresiones. Como factor de educación preventiva, el juego es considerado como un medio muy eficaz (Perini, 2012, p. 27), pues reproduce aspectos y valores de la convivencia humana por su carácter socializante (Perini, 2012, p. 42), desarrolla habilidades como el diálogo, la participación, la colaboración, la evaluación, la previsión y la prudencia. Juan Bosco es conocido desde su época como “eximio educador, inventor de un método que no descuida la educación física y cautiva a los niños con el atractivo de la presencia de un educador que está siempre en medio de ellos, con semblante alegre y sereno, participando de la alegría y del juego” (Perini, 2012, p. 49).

Si, por un lado, el juego, como factor de educación preventiva, es relación y contexto, por otro, no se puede desconocer su autonomía. Es más: la relación con otros elementos educativos y el carácter contextual es posible exactamente porque el juego tiene un alto nivel de autonomía. De esta manera se mantiene fiel a su identidad y, a la vez, aporta en un contexto tan diverso como el de la educación. En otras palabras, el juego tiene un gran valor en sí mismo y, al mismo tiempo, tiene sentido y fuerza educativa si es ubicado en un contexto más amplio relacionado con otros elementos educativos. 

En cualquier contexto en donde se encuentre, el juego es autónomo porque, sin depender de otros factores, es generador de momentos de convivencia humana, construye alegría y espontaneidad, cultiva el diálogo y la distensión, promueve la libertad de acción y desarrolla la relación pacífica entre personas de las más variadas edades. En un contexto con propósitos educativos o de desarrollo humano, sin perder su autonomía y valor en sí mismo, el juego gana un carácter de relación e interdependencia. Ello se da porque la educación es un fenómeno humano complejo, influenciado por diversos factores: por la historia de los contextos y de las personas, por herramientas didácticas, relaciones interpersonales, representaciones sociales, formatos de la propuesta pedagógica de varios ambientes, por el clima de convivencia, etc. En este sentido, cualquier práctica que pretenda hacer parte de los procesos de educación humana, depende y está íntimamente relacionada con la forma en la que progresan las demás dimensiones o herramientas.

Por otro lado, el juego no es un elemento complementario o secundario, sino que hace parte de la esencia del sistema educativo propuesto por Juan Bosco. El juego, el teatro, la música, la fiesta, el goce, acompañados por el educador siempre presente, quien también juega y asume una actitud de compartir, son todos factores fundamentales del sistema preventivo. El juego es factor de educación preventiva porque hace parte natural del ser humano, sobre todo del universo juvenil e infantil, acerca a educadores y educandos, crea momentos de espontaneidad, en donde los educandos se revelan de manera libre y natural, sin formalidades o distancias. El juego es factor de educación preventiva porque hace parte de un sistema y del proyecto educativo de una institución que sabe en dónde está, de dónde viene y qué busca (Lobato, 1999, p. 43). En este contexto, el educador conoce mejor a sus educandos, conoce sus necesidades e interactúa con su real manera de ser y así puede participar en la construcción de sus hábitos y de sus proyectos de vida. 

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